Sotogrande es precioso, es espacioso y tiene unas magníficas instalaciones pero por encima de todo tiene estilo. También tiene, me atrevo a decir, clase. En un mundo lleno de “cheap and chic” y mercantilismo, éste es un refugio de gusto y tranquilidad, donde puedes recobrar tus sentidos y disfrutar del ambiente único de un puerto deportivo exclusivo tal como tendría que ser.
El puerto deportivo es el corazón de la comunidad de Sotogrande, el lugar donde se reúne la gente para pasear y empaparse de la atmósfera. Tiene una presencia, un carácter diferenciado y un encanto que no es el resultado de darse aires delante de alguien sino de un sentido discreto del estilo. La arquitectura y el trazado crean un marco en el que es un placer ir a lo tuyo y observar a otros hacer lo mismo.
Ya sea en un hervidero de actividad o lánguidamente relajado, el puerto deportivo marca un ritmo subliminal que se balancea entre los barcos de los atraques y los patios, las tiendas, las cafeterías y las oficinas con fachadas hacia el agua. Es un puerto de yates frecuentado por auténticos navegantes, donde pueden encontrarse desde bellos veleros de madera hasta elegantes balandros ultramodernos, pasando por lanchas a motor de variados tamaños y estilos.
Algunas son embarcaciones de competición, otras se utilizan simplemente para pasar un día tranquilo en el mar, pero todas juntas proporcionan un magnífico telón de fondo para la vida en un puerto deportivo por lo demás dominado por la arquitectura icónica de sus muelles. Los colores pasteles dan un gusto italiano bañado con toques del Caribe y dotan al puerto deportivo de Sotogrande de un encanto realmente único e irrepetible en toda esta costa. Otro golpe maestro es el trazado, que hace que fluyan las tiendas y cafeterías y que los apartamentos tengan vistas a una serie de plazas interconectadas que mantienen un vínculo con el propio puerto de yates, aunque siguen proporcionando intimidad y zonas soleadas inspiradas en las piazzas de los pueblos de la Toscana.
En este entorno se han establecido una colección de agencias náuticas, despachos de arquitectos, peluquerías, restaurantes, cafeterías y boutiques. Fiel a la manera de Sotogrande, tienen estilo, clase y discreción, creando un destino donde usted puede tomar un helado en la plaza, un café observando los barcos o degustar unas tapas, cocina francesa, exquisiteces italianas e incluso ir a algún lounge bar para disfrutar del ambiente nocturno.
Entre los restaurantes se encuentran las brasseries La Cigale y La Terrasse, el Ristorante Frascati, el restaurante belga Mytilus y el Restaurante Boka, toda una experiencia gastronómica moderna. También puede ir a tomar una copa con los amigos al bar deportivo The Hairy Lemon, al Veuve Clicquot, con su terraza con vistas a los yates, o al salón del Moët & Chandon en la Terraza El Marítimo del Hotel Club Marítimo de Sotogrande. Situado más cerca de la zona comercial del puerto de yates, este lujoso hotel tiene una de las mejores vistas de la marina y de los espectaculares contornos de Gibraltar y de la costa africana a lo lejos.
Como un pequeño St Tropez chispeante en el extremo occidental del Mediterráneo, el puerto deportivo encarna el verdadero espíritu y encanto de Sotogrande y proporciona una experiencia junto al mar que se ha ganado su propio renombre.
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